Ya estamos en época navideña. Y ya tenemos aquí puntuales a la cita las consabidas y supuestamente originales campañas publicitarias. Habrán leído que en Inglaterra uno de estos llamados "creativos" tuvo la feliz idea de poner a Mr Beckham y señora, junto con algún otro personaje del pop, en el portal de Belén. De cera, eso sí. Esta falta de respeto provocó las iras del respetable, que la emprendió con el engendro. Como suele decirse, no hay más cera que la que arde, y esta majadería debió de prender divinamente, valga el juego de palabras. Aquí, en nuestros lares, tenemos un excelso grupo de creativos y autores que, como tienen un ingreso fijo de 54 millones de euros -véase canon de soporte informático-, no se han rascado mucho el bolo. Haciendo honor a la desafortunada expresión "que inventen ellos", han plagiado la bobería por todo el morro, y nos han colocado en carne y hueso a David Bisbal de rorro -perdón por el pareado-, Ana Torroja de mamá, el "Sevilla" de san José y -agárrense- a la parejita de Estopa como angelitos. También hay Reyes Magos y supongo que camellos, aunque de estos últimos no sabemos la identidad y bien que nos gustaría. Yo, en mi inmensa ingenuidad, sigo creyendo en el espíritu navideño, así que interpreto esta señal divina como un gesto de buena voluntad. Creo que es la hora de compartir, o eso deduzco. Y como de siempre mi figurita favorita en el pesebre era la humilde mula, entiendo que cantantes y otros pensadores y creadores asociados han decidido darnos una tregua y dejar que juguemos con el animalito en Navidades. Y nuestra mulita electrónica irá y vendrá, cargando y descargando, compartiendo con los más necesitados esa cosa carísima que llaman "propiedad intelectual" que tienen los ricos para ellos solos. Claro que la felicidad no durará mucho. Llegará Enero y con él la subida de un insignificante 35% en el canon de los CD y DVD vírgenes. Vírgenes como Ana Torroja -creo-. Y puede incluso que acaben cobrando también por dejarnos leer sus libros en las bibliotecas. El Quijote ya tiene precio, que ya han entrado con sus camellos en la RAE como en una cacharrería (sí, ya sé que eran elefantes, pero permítanme la libertad creadora a mí que no estoy afiliado y soy más bien antipatizante). Mientras tanto, las principales bibliotecas del mundo se van a abrir a los buscadores de internet. Pero llegará algún día en que no nos llamarán burros por culpa de estos asnos. Porque somos tercos como mulas.