Que para mí no tengo. Así reza el viejo aforismo. Un consejo no es más que un parecer que se da o se toma para hacer o no hacer algo. A los ocupantes de los departamentos del gobierno de una comunidad autónoma también se les denomina "consejeros", precisamente, en la creencia de que su capacidad para dar y recibir pareceres conducirá a un mayor beneficio de los ciudadanos -y ciudadanas-. No siempre es así, y no lo parece desde luego en el caso que hoy comento. Me refiero al consejero de Educación, Cultura y Deportes canario, José Miguel Ruano. Ignoro si está conforme con el orden de sus prioridades, o si, como otros colegas de la política nacional, estaría más a gusto con Deportes, Cultura y Educación -inciso: de 4 a 6 horas de fútbol diarias por la primera cadena de TVE es, simplemente, una obscenidad.- El asunto es que la citada Consejería y la empresa Microsoft Ibérica han firmado un acuerdo "pionero" para "crear un entorno educativo avanzado con la alfabetización digital y el desarrollo de una formación profesional especializada en Tecnologías de la Información." Resumiendo: ustedes pagan y nosotros les enseñamos a utilizar un ordenador que, como saben, viene a ser una tele en la que, en lugar de aparecer señores apelando a la furia en los saques de esquina, salen felices ventanas volando. La comunidad del Software Libre -nada que ver con la del anillo- no ha tardado en saltar. Se suponía que Canarias era pionera justo en lo contrario a lo firmado por el desaconsejado consejero, y recuerdan, por ejemplo, la proposición no de ley para el desarrollo de software libre de 2001. Recuerdan también -y en esto me remito al excelente escrito redactado por
Teresa González-, que en la sociedad del conocimiento la riqueza no descansa en los ladrillos, sino en las personas. En esta misma página, días atrás, era Rosa Mª García, la consejera delegada de Microsoft y cofirmante del acuerdo, la que, en una entrevista, razonaba de la siguiente forma: "las empresas van a pedir innovación a las universidades, porque no pueden tener sus equipos de desarrollo. Pagarán por ello y con este dinero la universidad creará nuevos productos para estas empresas, y así sucesivamente..." ¿En Canarias, donde claramente en las universidades, y más en concreto la ULL, se ha apostado decididamente por el software libre? ¿Cómo se explica esta cadena de desatinos? Microsoft dice que confía en la Universidad, la Universidad Canaria no confía en Microsoft, y el consejero canario no confía en la Universidad -"su" Universidad- y se echa en los brazos -metafóricamente- de la consejera -de Microsoft-. Y echa la casa por la ventana. Por las ventanas.
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El Día de Tenerife, sábado 26 de Junio de 2004