En los últimos años, la expresión "¿Jugamos a los marcianos?" se asocia irremediablemente a la tarea de poner en marcha un programa de ordenador, o una videoconsola, para después apretar teclas y botones con pasión simulando defender nuestro planeta de una bien surtida fauna de alienígenas invasores. Pocas cosas más divertidas. Puestos a matar, que sean seres verdes, gelatinosos y, por supuesto, virtuales. Paradójicamente, desde hace unos pocos años también, es nuestro PC quien, por su cuenta y riesgo, busca marcianos. En este caso no es para acabar con ellos, sino para establecer una hipotética comunicación. Les hablo del famoso programa SETI@Home. Haciendo historia, el primer proyecto SETI -siglas en inglés de "Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre"- comenzó en 1960. La idea se popularizó rápidamente y, en la década de los 80, es la misma NASA la que se vio impulsada a hacerla suya. Sin embargo, debido a la eterna razón económica, y a la también habitual incomprensión política -un senador norteamericano acusó a la NASA de dilapidar el dinero de los contribuyentes "buscando hombrecillos verdes"-, la investigación sobrevivió escasamente un año. Desde entonces los proyectos SETI han pasado a manos privadas, que tuvieron que ingeniárselas para continuar la incierta búsqueda. Así, Carl Sagan fundó la llamada "Sociedad Planetaria" (www.planetary.org), que dirigió hasta su muerte, en 1996. Se calcula que cada dos segundos se reciben en los radiotelescopios que apuntan al Cielo datos suficientes para llenar un CD-Rom. Esto planteó un enorme problema a los investigadores: cómo procesar tanta información de una forma barata. El mismo año, David Gedye y Craig Kasnoff tuvieron una idea revolucionaria: utilizar Internet como el mayor ordenador del mundo. Los promotores de la ocurrencia pensaban obtener alrededor de cien mil "voluntarios" con sus famosos salvapantallas, programas éstos que procesan los datos recibidos mientras nuestro ordenador se rasca los circuitos. Subestimaron la capacidad de la "red de redes". En la actualidad, más de 4 millones de ordenadores personales buscan vida inteligente en otros planetas. Con independencia de que la búsqueda tenga algún día resultado positivo -hasta ahora no, y las probabilidades son muy bajas--, el éxito del SETI es indudable. Por una parte ha permitido, con la misma idea básica, aumentar la capacidad de procesado para nuestros científicos -en campos tales como la genética o el cáncer- hasta límites insospechados. Y por otra, ha dado una lección de solidaridad y grandeza -difícilmente encontrables hoy en día- a la vanidad e ignorancia de algunos políticos.
Publicado en
El Día de Tenerife, jueves 4 de Diciembre de 2003