"Son seres inteligentes, ágiles y huidizos. Utilizan sus escasos recursos para sacar adelante a su prole, en ocasiones numerosa, y dedican gran parte del día y de la noche a su incansable trabajo. Siempre alerta, viven en pequeños grupos, en reducidas madrigueras, de las que sólo salen para procurarse el sustento. No dudan en migrar a lejanos países en busca de alimento, si ello es necesario. Por desgracia, esta bella especie está en vías de extinción, acosada por los predadores de orden superior, que intentan reducir su número y, a la postre, acabar con ellos y con la importante labor que desarrollan en su ecosistema..." Si este párrafo lo hubiera escrito un renacido Félix Rodríguez de la Fuente, en seguida lo asociarían ustedes a los linces, por ejemplo. Pero no. Es una descripción más o menos jocosa que les hago de un "precario". ¿Y qué clase de bicho es éste? En palabras más claras, un o una joven, de entre 25 y 35 años, con un expediente académico sobresaliente en una titulación superior y que, para su desgracia, un día decidió dedicarse a la investigación en España. La figura administrativa de "becario" es casi ya eterna por su duración. Las becas suelen ser 12 pagas al año --entre 1000 y 1500 euros--, que se renuevan cada año, y que no dan derecho ni a paro, ni a Seguridad Social, ni a cotizaciones cara a la jubilación, ni a antigüedad, ni a permisos de maternidad, ni prácticamente a otra cosa que no sea trabajar sin horario en cualquiera de los mal dotados centros públicos de investigación o departamentos universitarios que --como diría cualquier político cursi--, "salpican nuestra Geografía". Las reivindicaciones de los autodenominados "precarios" pueden encontrarse en mil lugares por la Red. La mínima, que se reconozcan sus derechos como los básicos de cualquier trabajador. A la espera del mil veces prometido "Estatuto del Becario", --nuevamente anunciado el pasado 8 de Noviembre por el enésimo ministro del ramo--, seguirán "buscándose la vida" entre laboratorios, bibliotecas y, ahora, la Red. Vaya nuestro apoyo con ellos. Y de éste que lo fue, hace ya 15 años, en condiciones bastante mejores que las que se "disfrutan" hoy en día. Entonces acababa de nacer la Ley de la Ciencia -llamada "Ley Solana", en honor a su creador-- y las perspectivas eran mucho más halagüeñas. Luego el buen ministro --que antes fuera investigador-, situación que no se ha repetido en sus sucesores, ¿por qué?- se dedicó a la cosa militar y, como no podía ser de otra manera, aquello no salió bien. Alguno escribió con gracia cierta vez: "Soy becario pero muy pronto espero ascender a esclavo".
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El Día de Tenerife, sábado 29 de Noviembre de 2003