Hasta la generalización del uso del ordenador, la expresión "tener miedo a los ratones" era entendida de forma literal. Mujeres, elefantes y, reconozcámoslo, muchos hombres, salían aullando a trompadas al ver corretear a uno de estos roedores. Después cambió el significado: aquéllos que no se adaptaban a las nuevas tecnologías manifestaban su aversión a colocar su mano sobre este artilugio plástico de igual nombre y forma. Hoy me van a permitir que añada un tercer grado de evolución en esta fobia. De involución, más bien. Leo en las noticias que más de un 40% de los usuarios de "KaZaA", el más popular de los programas de intercambios de archivos -los conocidos en la jerga como P2P, o "peer to peer" ¿recuerdan Napster?-, ya no se atreven a utilizarlo. La razón: la demanda de la "Asociación de la Industria del Disco de EEUU" -el equivalente a nuestra SGAE- contra 260 usuarios por bajarse archivos musicales. La amenaza real de un pleito interpuesto por una poderosa organización -con un bien pagado bufete detrás-, ha atemorizado a muchos internautas en el país tenido como modelo de libertades. Se preguntarán qué ocurre en España. Pues que están en ello, aunque con distinto éxito. Después de la entrada en vigor hace un año de la tan polémica como confusa LSSI (Ley de Servicios de la Sociedad de la Información), han comenzado las demandas. Así, en Madrid, un juzgado ordenó este verano el cierre de "Donkeymania", lugar que contenía información y enlaces para intercambio de archivos. O como el susto que recibió un buen señor en Barcelona, que fue detenido por la policía junto con sus hijos. La acusación: "Descarga ilegal de un juego de ordenador y tres películas: Qué bello es vivir, El rey escorpión y Pearl Harbour". No es broma, como tampoco el hecho de que tuviera que autoinculparse -no pudiendo así acogerse al derecho básico constitucional-, para evitar que su hija menor de edad fuera involucrada. Por fortuna, la Juez Titular del Juzgado de Instrucción nº2 archivó el expediente. Al parecer, la misma que ha ordenado la inmediata devolución de medio millón de CDs y DVDs ¡vírgenes! incautados en la que se denominó pomposamente "mayor operación antipiratería de Europa" por el Gobierno. Parece que el afán de lucro de ciertas sociedades (y otro día seguiremos hablando de ello) no tiene límite, ni siquiera el de la vergüenza, el ridículo o, y esto es mucho más preocupante, el de las presiones políticas. Termino "compartiendo" la pregunta del abogado Carlos Sánchez Almeida, uno de los más destacados defensores de la causa: ¿Apostamos por una Red que favorezca el libre flujo de la información, o nos resignamos a que se convierta en un enorme bazar donde todo tiene precio?
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El Día de Tenerife, viernes 24 de Octubre de 2003