Comentario semanal para el periódico El Día de Tenerife (ZonaWeb)
No deja de ser curioso que en el país de los grandes negocios –y de los grandes beneficios empresariales– surjan iniciativas municipales que redundan en el ahorro y la comodidad de sus conciudadanos. Aunque parezca mentira hay lugares en los que las calles no se cortan durante meses –o años– para volver a instalar inventos del siglo pasado –un deseo llamado tranvía–, sino que se piensa en las necesidades reales de sus habitantes. Vayamos a los tan en estos tiempos denostados Estados Unidos. Los ediles de ciudades como Filadelfia o San Francisco han llegado a la conclusión de que
el acceso a internet es un derecho del pagano de impuestos, y no un privilegio, de la misma forma que también son obligaciones el alcantarillado, el alumbrado público, el servicio de basuras o los camiones de bomberos, por ejemplo, y no las exhibiciones pirotécnicas, la feria del enano de jardín, o el
555 salva IDAIRA (o como rayos fuera esta historia). Y se disponen a desplegar una red WIFI municipal. Gratis en las áreas públicas –como parques, si los hubiere, que nunca se sabe qué sorpresas depara un plan urbanístico–, y de bajo coste en los hogares. Aquí, en nuestra piel de toro (¿por cierto, dónde localizamos a Canarias en esta metáfora?), un par de próceres tuvieron una idea parecida. En las ignotas pero audaces localidades de
Ponteareas y
Atarfe. La una se pierde en Pontevedra y la otra hay que buscarla con lupa en Granada, con una peligrosa población potencial de doce mil habitantes. Una ruina para las todopoderosas telefónicas que, a través de la CMT (
Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones), bloquearon las loables iniciativas. Digo yo que ahora sería el momento idóneo para volverlo a intentar. Ahora que están despistados, que a la
CMT la han trasladado por imperativo legal a Barcelona, que allí va a regir el
Nou Estatut y que, por tanto, el tribunal de última instancia será el Superior de Justicia de Catalunya –creo, no soy ducho en estas cosas inútiles–, que pasará un kilo y algo más de lo que ocurra aquí en la
Macaronesia. Imaginen, por ejemplo, una ciudad como
La Laguna. Universitaria e histórica, que se dice y la llaman Patrimonio de la Humanidad. O sea, de todos los homínidos que por ella caminamos erguidos sobre dos patas (con tropiezos, pero caminamos).
Hablar por teléfono con una PDA, utilizando la nueva tecnología de voz sobre IP, encontrándonos con la red WIFI en cualquier socavón en el que pudiéramos caer. Telefonía móvil gratis total. ¿No les parece estupendo soñar así con la ciudad del futuro? Si hubiéramos llegado a tiempo, habríamos salvado a Idaira seguro y ahora podría estarse operando en Houston o donde fuera y disfrutar de un páncreas –o lo que sea que necesitaba la chica– recién extirpado. Así, por el contrario, nos han costado un riñón los mensajes a
Tele5 y, además, seguimos tan anticuados como siempre. Y para colmo, lo que se van a reír de nosotros cuando nos vean llegar en tranvía.