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Comentario semanal para el periódico El Día de Tenerife (ZonaWeb)
La Navidad ya está aquí. Este año cargada de tecnología, más que nunca. Cámaras digitales más ligeras, teléfonos móviles más pequeños, videoconsolas de bolsillo, reproductores de música diminutos, portátiles extraplanos. Lo único que crecen son las pantallas de plasma, ya enormes, y la ignorancia de la clase política, inconmensurable. Que no se puede medir, vamos. La nefasta ministra de
Cultura y su equipo de asesores han preparado su propia campaña navideña –sólo en televisión más de seiscientos mil euros, cien millones de pesetas– con la que pretenden seguir “concienciando” y “sensibilizando” –por gerundios de más de cuatro sílabas que no quede– a los ciudadanos de que todo aquello que estamos haciendo es pecado. Y de que podemos ir al infierno o, en su defecto y por tratarse España de un estado aconfesional, a la cárcel. Y eso que según todos los estudios y encuestas habidos y por haber la inmensa mayoría de los consultados no se siente culpable en absoluto de aquello que nos reprochan estos integristas de la propiedad intelectual. La descarga de música, la apertura de las redes inalámbricas, el intercambio de películas o el anonimato de las conversaciones telefónicas o digitales son de uso común, y los ciudadanos quieren que sigan siéndolo. De ahí el gran éxito de las nuevas tecnologías y las espectaculares ventas de estos productos por estas fechas. Información, libertad, ocio, conocimiento, tecnología, comunicación, futuro. En una palabra, hoy ya desgraciadamente viciada: Progreso. Pero los políticos no piensan igual. De hecho, es difícil saber si realmente piensan en ocasiones, o qué ocultos intereses les mueven. Cuando desde la UE nos han sacado los colores y nos han dicho que somos los más tontos de la clase, aquí no nos hemos dado por enterados. No. Llegan las navidades y sacaremos zambombas y panderetas como si nada. Y defenderemos “nuestra cultura”, como así lo quiere ese atroz personaje que malversa nuestros impuestos sugiriendo que somos una patulea de pendencieros forajidos. Y nos los dice a todos y en nuestra cara, según encendemos la televisión: “Españolito, usted está robando, vergüenza tendría que darle agitar esa pandereta delante del belén con sus hijos sin antes abonar en su entidad de gestión más próxima los correspondientes derechos de autor. Y además, con nocturnidad y alevosía”. Ya saben que no pueden cantar villancicos sin pagar. Y también que las figuritas no pueden ser cantadas sin, a su vez, desembolsar la correspondiente liquidación. Porque escuchar tampoco es gratis. Y es que de este negocio no se libra ni Dios, faltaría más. Para eso somos un estado aconfesional y progresista. Pero no se preocupen, que le aplicaremos la tarifa infantil. Que, al fin y al cabo, acaba de nacer. Sea como sea, feliz Navidad a todos y nos vemos aquí el año entrante, si la ministra y Unelco no lo impiden. Porque algunos están empeñados en que no veamos la luz.
P.S: En efecto, ésta es la versión 2 del comentario. Por si alguno se extraña de los cambios, sólo decir que me lo he pensado mejor. O me lo han hecho pensar mejor.