Hace unos días me hice eco de la nefasta noticia de la
detención de quince personas por presuntos delitos de “piratería” intelectual. No es que sea nefasta una detención –si ésta se produce como consecuencia de un delito real es, incluso, deseable–, sino el modo en que la información saltó a los medios de comunicación. Apenas una semana después se ha corrido un tupido velo sobre el asunto. Una vez provocado el efecto deseado –terror–, los guardianes del sublime intelecto, la onerosa cultura y la creación armoniosa e imprescindible han vuelto a sus guaridas satisfechos. Sí se ha sabido que, curiosamente,
las detenciones no tuvieron lugar el día señalado, cuando la noticia se divulgó, sino casi dos semanas antes. Para así hacer coincidir la noticia –qué cosas– con la enésima redada ciberpederasta. Por si alguien tenía dudas de las intenciones publicitarias del asunto. Hoy me llama la atención una información que encuentro en la Red acerca de la página web de la Guardia Civil. Ya saben que la investigación de los delitos telemáticos depende en buena medida de este cuerpo o cuerpazo, aunque en un principio tal grupo se dedicaba sólo a los delitos “telepáticos” –se lo juro, que lo leí–. Al parecer, un lector se ha quedado perplejo –y yo me sumo a su incredulidad– ante los contenidos y
consejos dedicados a los niños que allí se recogen. Cualquier tierno infante que por allí caiga –quizá soñando con emular algún día al sargento Bevilacqua, el entrañable personaje de Lorenzo Silva–, puede encontrar frases como “No aceptes nunca caramelos ni golosinas de extraños”, “No subas al coche de gente desconocida” o “No hables ni te vayas con gente que no conozcas”. Lo que uno nunca esperaría ver en ese sitio es una frase remarcada en amarillo ¿canario? que dice “No compres software ilegal” y, de allí, un enlace a una abstrusa página con conceptos tan pedagógicos para una criatura de doce años como “No está permitida la fabricación, puesta en circulación y tenencia de CRACKS (Sistemas para neutralizar dispositivos de protección de programas)”, por ejemplo. Personalmente, preferiría que se explicara a los pibes que, si el crack es malo, es porque mata. Pero antes te lo tienes que fumar. Lo otro no deja de ser poco más o menos un hurto, aunque el código penal sea mucho más brutal en su punición. Un endurecimiento que se ha basado principalmente en el desconocimiento y los intereses espurios de nuestra clase política, sometida a los dictados de una industria obsoleta y desconectada del mundo real. Lo que no pueden pretender es que, además, nos desconectemos nosotros. Si quieren, que vengan al futuro que allí cabemos todos. Y, si no, pronto serán historia. Y a los buenos guardias civiles, suerte. De momento se han librado de Bono, que no es poco. Sólo por haber aguantado al personaje durante dos años se merecen todo mi reconocimiento.